sábado, julio 08, 2023

Al son de los arroyuelos – Camerata Iberica poema de Lope de Vega

Al son de los arroyuelos – Camerata Iberica Canción de José Marín basado en un poema de Lope de Vega Intérpretes: CAMERATA IBERIA Imagenes: Pinturas barrocas españolas. Al son de los arroyuelos cantan las aves de flor en flor, que no hay más gloria que amor ni mayor pena que celos. Por estas selvas amenas al son de arroyos sonoros cantan las aves a coros de celos y amor las penas. Suenan del agua las venas, instrumento natural, y como el dulce cristal va desatando los yelos, al son de los arroyuelos cantan las aves de flor en flor, que no hay más gloria que amor ni mayor pena que celos. De amor las glorias celebran los narcisos y claveles; las violetas y penseles de celos no se requiebran. Unas en otras se quiebran las ondas por las orillas, y como las arenillas ven por cristalinos velos, al son de los arroyuelos cantan las aves de flor en flor, que no hay más gloria que amor ni mayor pena que celos. Arroyos murmuradores de la fe de amor perjura, por hilos de plata pura ensartan perlas en flores. Todo es celos, todo amores; y mientras que lloro yo las penas que Amor me dio con sus celosos desvelos, al son de los arroyuelos cantan las aves de flor en flor, que no hay más gloria que amor ni mayor pena que celos. José Marin fue un compositor y cantante español nacido en 1618 y fallecido en Madrid el 8 de marzo de 1699. Cantó como tenor en la capilla real de Felipe IV desde diciembre de 1644 a junio de 1649. Después de viajar a Roma para ordenarse y a las Indias, volvió a España en 1654. Fue cantante en el Real Monasterio de la Encarnación en Madrid. Compuso el llamado Cancionero de Marín, constituido por 51 tonos humanos basados en temas populares. Su vida fue muy turbulenta, pues estuvo implicado en actos delictivos de robo y homicidio. Se sabe que fue detenido junto a Juan Bautista Diamante (1625-1687), bien conocido dramaturgo de la época. Marín y Diamante fueron torturados, y al músico le pusieron pesados grilletes en la cárcel, siendo condenado a diversas penas, secularizado y desterrado por diez años. Posteriormente se arrepintió de su vida aventurera, siéndole restituidas las licencias eclesiásticas. Se dice que a partir de entonces fue un hombre de vida ejemplar hasta su muerte. Cuando Marín fallece, la Gaceta de Madrid del 17 de marzo de 1699 publica: "Murió Don Joseph Marin, de edad de ochenta años, conocido dentro y fuera de España por su rara habilidad en la composición y execución de la música."

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